Lo que ha hecho exactamente el Parlamento Europeo es aprobar el Informe Tannock sobre la situación de los Derechos Humanos en el Sahel y en el Sáhara Occidental. Charles Tannock es un psiquiatra británico, eurodiputado por el Partido Conservador de su país, con larga experiencia en asuntos diplomáticos. Se le había encargado un informe sobre la situación de los derechos humanos en esa región. El caso saharaui estaba necesariamente encima de la mesa. Las conclusiones del informe son cualquier cosa menos complacientes con Marruecos: reconoce el status del Sáhara Occidental como territorio no autónomo y, por lo tanto, pendiente de un proceso de descolonización, y denuncia las violentas prácticas marroquíes sobre la población fronteriza. Ahora la Comisión avala íntegramente el informe. El eurodiputado español (por Izquierda Unida) Willy Meyer se ha apresurado a escribir en su web que la aprobación de estas menciones “demuestra que el Parlamento Europeo presta la importancia debida a la cuestión del Sáhara Occidental y reconoce los legítimos derechos del pueblo saharaui, a pesar de los obstáculos y de las agresivas presiones del lobby marroquí en la Eurocámara”. Una alusión que seguramente tampoco habrá caído nada bien en el Ministerio español de Asuntos Exteriores.
El Informe Tannock va mucho más allá de lo previsto porque denuncia sin ambages a Marruecos. Sobre la reiterada violación de los derechos humanos en los territorios ocupados, “expresa su profunda preocupación por el reciente informe del Relator Especial de las NNUU sobre la Tortura, que contiene pruebas de que funcionarios marroquíes han detenido a personas por motivos políticos, torturado y violado a reclusos saharauis, secuestrado y abandonado a manifestantes en el desierto con objeto de intimidarles, e ido deliberada y frecuentemente en contra de defensores de la independencia, también en sus hogares”.
Hay más. Sobre la expulsión de una delegación de eurodiputados de la que formaba parte el mencionado Willy Meyer, el informe aprobado por la Comisión del Parlamento Europeo “lamenta profundamente el hecho de que el miércoles 6 de marzo de 2013 Marruecos expulsara a una delegación de cuatro diputados al Parlamento Europeo; observa que el objetivo de dicha delegación era visitar los territorios del Sáhara Occidental, con el fin de investigar la situación de los Derechos Humanos y reunirse con los representantes de la Minurso (Misión de las Naciones Unidas para el referéndum del Sáhara Occidental); condena el comportamiento de las autoridades marroquíes y pide al Reino de Marruecos que permita el libre acceso y la libre circulación en el Sáhara Occidental a la prensa, los observadores independientes, los diputados y las organizaciones humanitarias”.
El Polisario, reforzadoAsimismo, el Informe Tannock reafirma su apoyo a las resoluciones de las Naciones Unidassobre el Sáhara Occidental y solicita pleno respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales del pueblo saharaui, incluida la libertad de expresión y el derecho a manifestarse de forma pacífica. Al reconocer el status del Sáhara Occidental como territorio no autónomo y por lo tanto pendiente de un proceso de descolonización, hace un llamamiento a Marruecos y al Frente Polisario para continuar sus negociaciones con vistas a alcanzar una resolución pacífica del conflicto. Esto significa que el Frente Polisario, que Marruecos querría ver reducido a organización terrorista (o, por lo menos, ilegal) a efectos internacionales, recibe un importante espaldarazo como interlocutor formal del estado alauita.
La decisión del Parlamento Europeo llega en un momento particularmente caliente en las fronteras del Sahara. El pasado día 23 el joven saharaui Adaich Rachid Uld El Mamun, de 20 años, moría al ser alcanzado en la espalda por disparos efectuados por un gendarme marroquí en la ciudad de Assa, población situada al sur de Marruecos, mientras participaba en una manifestación. Los sucesos se produjeron en el contexto de una protesta civil. La Policía de Mohamed VI acababa de desmantelar un campamento reivindicativo que los saharauis habían levantado días atrás a las afueras de Assa, localidad mayoritariamente saharaui. Fuentes del movimiento saharaui informan de que la manifestación terminó con violentos enfrentamientos entre los miembros de las fuerzas de seguridad marroquíes y los manifestantes (la versión de la Policía no la conocemos porque Marruecos mantiene el silencio sobre estas convulsiones). Un organismo del Frente Polisario, el Ministerio de los Territorios Ocupados y las Comunidades saharauis, ha denunciado que la policía usó gases lacrimógenos y balas de goma. Y algo más, al parecer. El Ministerio saharaui ha responsabilizado a la comunidad internacional de la indefensión de su pueblo ante la represión marroquí.
El muroDe toda la explosiva frontera marroquí-saharaui, Assa es probablemente el punto más conflictivo. Está situada en el actual Marruecos, a unos 120 kilómetros de la línea divisoria con el Sáhara Occidental. El 24 de septiembre de 1992 se vivió en esta ciudad una histórica manifestación pro-saharaui, que fueduramente reprimida por la Policía y el Ejército. Desde entonces, los 24 de septiembre se repiten las manifestaciones a favor de la independencia del Sáhara Occidental.
Hay que recordar que desde la Marcha Verde de 1975, con la fuga española de su ex colonia,Marruecos ha sostenido una tenaz y agresiva política de expansión hacia el Sáhara consistente en construir físicamente una sucesión de muros a medida que ganaba terreno hacia el sur. Acto seguido esos espacios eran repoblados con ciudadanos marroquíes, de tal modo que, cuando finalmente se celebre el referéndum de autodeterminación, la mayoría de los habitantes voten por la anexión a Marruecos.
La sucesiva construcción de muros comenzó en 1982 y se prolongó hasta 1987. En total, ocho muros que suman más de 2.700 kilómetros con vallas electrificadas, campos de minas y búnkeres, y un radar cada 15 kilómetros. Se estima que los efectivos desplegados por Marruecos para proteger esta ingente construcción –diseñada, por cierto, por ingenieros israelíes y financiada por Arabia Saudí– asciende a 100.000 hombres. ¿Y para qué sirve todo ese despliegue? Según el Gobierno marroquí, para protegerse ante eventuales ataques armados del Frente Polisario, la organización saharaui. Según ésta, sin embargo, la finalidad del muro es evitar que los refugiados saharauis puedan volver a los territorios de los que fueron desplazados. Habría que añadir otra misión suplementaria: proteger los yacimientos de fosfatos y el litoral pesquero, que han sido los principales objetivos de la política marroquí en esta región.