lunes, 28 de enero de 2013

Serie sobre la corrupción en las instituciones públicas. Corrupción en Exteriores.


 Diplomatico Saharaui
         Hablar del fenómeno de la corrupción en el Ministerio de Exteriores saharaui requiere de varios artículos. Y en esta serie de artículos vamos a intentar correr el velo que lo cubre, en la medida de nuestras posibilidades. Para ello vamos a empezar por lo último de la Central del Ministerio de Exteriores en Rabuni. Todo el mundo sabe que el Ministerio tiene nueva sede, recientemente construida, para cuya construcción se han drenado ingentes recursos del Tesoro Público, en comparación con las demás instituciones nacionales. A pesar del elevado monto destinado a su construcción y el anuncio de un concurso de contratación público para la adjudicación de las obras, se ha elegido a un contratista de escasa experiencia en la profesión y con escasos recursos, lo que, inevitablemente, ha revertido de modo negativo en el tiempo de ejecución y en la calidad de las obras. Lo cual quiere decir, que hay otros factores, que han sido tenidos en cuenta para la elección de dicho contratista, muy alejados de los criterios de la eficiencia y la profesionalidad. Lo que ha hecho que sea el Tesoro Público quien corra con los gastos de las reparaciones debidas a los fallos en la ejecución de la obra, después de entregada la sede.
         Aquí empieza la corrupción. Desde la sede misma. Y lo extraño del caso es que esta institución y sus responsables, son muy aficionados a los anuncios sobre las licitaciones, oposiciones, concursos cuando, en la práctica, hacen exactamente lo contrario.
         Sólo unos días después de recibida la obra y reparados los fallos, el Ministerio de Exteriores anunció un concurso de plazas para la elección de 20 jóvenes para incorporarlos al Servicio Exterior y, así, drenar savia nueva en la diplomacia saharaui. Para recurrir al examen, el Ministerio, exigía una titulación de licenciado como mínimo y se valoraba el conocimiento de lenguas extranjeras.
         Este anuncio había sido recibido con esperanzas por la ciudadanía, sobre todo, por dos razones:
         El primero, es que fija unos criterios claros para la elección de los nuevos funcionarios, sin tapujos ni rodeos, y bastante alejados del nepotismo, el tribalismo y otras prácticas de la corrupción que todo el mundo desea evitar. Y, el segundo, es que abre la puerta para la posibilidad de drenar savia nueva en esta institución en la que la adscripción a la misma ha venido regida por “las rabietas y los consuelos” y el tribalismo entre otros criterios que han dado lugar a algunos diplomáticos que han superado la edad de jubilación que es un término desconocido en el diccionario de nuestro joven Estado.
         Al final, tuvo lugar el examen-oposición anunciado, al que han concurrido más de 50 jóvenes que cumplen con los requisitos exigidos y se anunció la lista de los 20 afortunados que habían conseguido ganarse la plaza. Hasta aquí, todo normal y todo el mundo lo sabe. Pero lo extraño y lo que la mayoría desconoce es que el Ministerio de Exteriores ha dejado de lado a ese grupo de 20 jóvenes y, en su lugar, han escogido otro equipo, del que ninguno se ha presentado a examen alguno y cuya mayoría incumple los requisitos exigidos, por cuanto muchos de ellos ni siquiera han superado el bachillerato, mientras otros, ni siquiera cuentan con el graduado escolar. Lo cual quiere decir, que los criterios que habían acompañado a la elección del contratista para construcción de la sede, también, han acompañado a este grupo.
         Por si acaso, la última Orden Ministerial que relaciona los funcionarios del Ministerio, es testigo de cuanto dejo dicho. Puesto que de esa lista han desaparecido todos los jóvenes que habían aprobado el examen-oposición, y eso que la respetable Orden Ministerial relaciona hasta los nombres del personal de cocina y de limpieza.
         Estas prácticas confirman que la norma seguida en el Ministerio de Exteriores es la de “el linaje adecuado en el puesto adecuado”, en lugar del consabido principio de “la persona adecuada en el puesto adecuado”.
         Todo esto acontece a plena luz del día y ante unas instancias a las que se ha encomendado la función de controlar y vigilar estos comportamientos tan destructivos, lo que nos remite a la pregunta de si realmente tenemos unos diputados del pueblo o son diputados del poder?. Con todos mis respetos a los parlamentarios auténticos, conocidos por sus valientes posicionamientos y la sinceridad de su actividad.
         Y concluyo con esto en esta serie, intentando, en el próximo capítulo arrojar más luz sobre otros niveles de las corruptelas que inundan el Ministerio de Exteriores.
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