sábado, 9 de mayo de 2015

Ir de “marcha” en pleno desierto…

Claro que algo me quedaba por recordar. Qué decir de “Rahla” o por lo mismo “marcha” o  excursión a las dunas, nada que envidiar a las salidas al campo, las mañanas de invierno colocando entre coches esterillas para hacer un refugio y poderse resguardar en él.
Un día en las dunas con la familia es sinónimo de alegría, de romper con la rutina, de dar de comer a la cabras altas horas de la mañana y dejar todo recogido para pasar una mañana diferente. Y Qué decir de la comida en las dunas, y en mi caso, de las tantas caídas que me provocaba la arena una vez que se hundían mis pies. Qué decir del pan de arena de “Mreifisa”, aquél plato aún desconocido para cualquier Estrella Michelín y un plato estrella para cualquier Saharaui, pan de arena y salsa de distintos sabores, no era el tiempo de espera, era el té que se hace mientras se cocina, el pincho moruno que se come mientras los niño suben y bajan por las dunas, mientras los adultos comentan alguna que otra anécdota.
No era eso no, era la compañía, la sonrisa de cualquier niño que éste jugando, sin juguetes, simplemente a tirarse unos a otros. Ay “marcha” qué decir del carbón, a veces acompaña y otras tantas no, pero el té se hace, sin importar el con qué pero sí el con quién. Siempre es un buen momento para tomarlo, amargo como la vida,  dulce como el amor y suave, suave, muy suave el momento, y no de la muerte sino el de la despedida, el del atardecer, tardes de invierno cortas, que por un lado te deja apreciar la caída del sol y por otro el “hola” de una noche que viene cargada de estrellas, y si la luna acompaña, el desierto entonces se convierte en el hotel de las mil estrellas. Quién no ha ido de “marcha”, quién no se ha tirado por las dunas mil y una vez, quién no ha probado ese dulce momento y suave recuerdo de volver a caer, levantarse y seguir el camino. Ese es el espíritu, no sé si el de ir un día de marcha en pleno desierto, sino el de ser Saharaui. Claro que algo me quedaba por recordar, ir de marcha de vez en cuando es volver a tus orígenes, aunque estés a miles de kilómetros. Basta con contarlo y poderlo recordar.
Benda Lehbib Lebsir.
Imagen: Carlos Cristobal.
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Sáhara Occidental: Responsabilidad del Consejo de Seguridad


POR LUIS PORTILLO PASQUAL 
EN un reciente artículo titulado “The Responsibility of the UN Security Council in the Case of Western Sahara”, publicado en la revista International Judicial Monitor, Hans Corell, exsubsecretario general para Asuntos Legales y exconsejero jurídico de Naciones Unidas, señala tres posibles opciones para solucionar el conflicto del Sahara Occidental, a la vista de las consideraciones del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon en su último informe al Consejo relativo a la situación en ese territorio.
En dicho informe, de fecha 10 de abril de 2014, el secretario general de la ONU señalaba que, “dado que el Sahara Occidental está en la lista de Territorios No Autónomos desde 1963, los esfuerzos de Naciones Unidas -por conducto de mi Enviado Personal, mi Representante Especial y la Minurso (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental)- seguirán siendo sumamente importantes hasta que se determine el estatuto definitivo del territorio”.
OPCIONES MÁS RADICALES En caso de no producirse progresos antes de abril de 2015 (fecha prevista para la renovación del mandato de la Minurso), el secretario general consideraba que habría llegado el momento de que los miembros del Consejo de Seguridad abordasen una revisión integral del marco establecido en abril de 2007 para el proceso de negociación entre las partes en conflicto. Por tanto -plantea Corell-, la pregunta es: ¿Cómo debe abordar ahora el Consejo de Seguridad la cuestión primordial, esto es, cómo llevar a cabo la autodeterminación del pueblo saharaui? Este proceso se ha prolongado durante décadas y las actuales negociaciones se han convertido en una farsa que ha llegado a su fin. Es una cuestión política que el Consejo tiene que tratar; pero cualquier solución que se adopte debe ser acorde con el derecho internacional. El Consejo -señala Corell- debe considerar ahora opciones más radicales que en el pasado, entre ellas las tres siguientes:
1) Transformar la Minurso en una operación similar a la Administración Transitoria de Naciones Unidas para Timor Este (Untaet), que fue investida de amplios poderes para la administración de Timor Oriental y facultada para ejercer la autoridad legislativa y ejecutiva, incluida la administración de justicia.
2) Ordenar a España que lleve a término su responsabilidad como potencia administradora del Sahara Occidental. Pero, puesto que España abandonó esa responsabilidad (un “deber sagrado”, según el artículo 73 de la Carta de la ONU) en 1976, esta opción, aunque legal, puede no ser aconsejable, teniendo en cuenta además que España es actualmente miembro no permanente del Consejo de Seguridad.
Sería la primera vez desde la fundación de Naciones Unidas que la comunidad internacional consiente que un territorio no autónomo reconocido sea anexionado a la fuerza sin el consentimiento de la población
El problema con las dos opciones anteriores es que ambas requieren la organización de un referéndum en el que el pueblo saharaui pueda ejercer su derecho a la autodeterminación. Lo cual significa que el proceso de identificación de votantes, que ha sido un problema constante durante años, seguiría siendo una complicación importante.
3) Habida cuenta de que la cuestión del Sahara Occidental está en la agenda de las Naciones Unidas desde hace cuatro décadas, la solución puede ser una tercera opción más radical: que el Consejo de Seguridad reconozca al Sahara Occidental como Estado soberano. Desde el punto de vista legal, esta también sería una opción aceptable y no privaría al pueblo saharaui de buscar una solución diferente a su autodeterminación en el futuro, si así lo deseara.
Esta última opción requiere, ante todo, un gran esfuerzo para apoyar la creación de capacidades para el autogobierno, a fin de evitar la formación de un Estado fallido y los consiguientes peligros, especialmente a la vista de la situación de la seguridad en algunos países vecinos. Una solución a este problema podría ser que el Consejo de Seguridad hiciera efectiva su decisión con una antelación de unos cinco años, por ejemplo, y durante ese periodo dotara a la Minurso con un mandato similar al otorgado a la Untaet.
“THE RULE OF LAW” Hans Corell subraya que sugiere esas posibles soluciones a título estrictamente personal y con absoluta neutralidad, sin otro interés que el respeto de la ley (“the rule of law”) y el deseo de que los Estados Miembros de la ONU respeten las normas que la propia Organización ha establecido.
Estas sugerencias están basadas en su experiencia como juez y asesor jurídico en su propio país (Suecia) durante muchos años y, más tarde, como Consejero Jurídico de la ONU durante una década. De hecho, ya en 2002, a petición del Consejo de Seguridad, Hans Corell emitió un conocido dictamen relativo al Sahara Occidental sobre la legalidad de determinados actos de las autoridades marroquíes, concretamente la licitación y firma de contratos con empresas extranjeras para la exploración de recursos minerales en dicho territorio. El dictamen concluía que si se llevaban a cabo en el futuro actividades de exploración y explotación sin tener en cuenta los intereses y deseos del pueblo del Sahara Occidental, se estarían violando los principios del derecho internacional aplicable a los Territorios No Autónomos. Más tarde, Corell sostuvo que los Acuerdos de Pesca firmados por la Unión Europea y Marruecos en 2007 no eran conformes con el derecho internacional en lo concerniente al Sahara Occidental.
La razón por la que Hans Corell plantea ahora la cuestión del Sahara Occidental es porque considera que estamos ante una situación en la que el Consejo de Seguridad corre el riesgo de no llevar a término el cumplimiento de su mandato, como le obliga el artículo 24 de la Carta de la ONU, en el que se le encomienda la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales. En el pasado ha habido deficiencias graves a este respecto, incluso casos en que los propios miembros permanentes del Consejo han violado la Carta de la ONU. Esta falta de respeto y de defensa del Estado de derecho a nivel internacional simplemente tiene que llegar a su fin, señala Corell. Hay que defender la autoridad de Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad debe estar en la vanguardia de esa defensa. Por tanto, es imperativo que, en el tratamiento de la cuestión del Sahara Occidental, el Consejo actúe con autoridad, determinación y de conformidad con la ley.
MÁS QUE EL DESTINO DEL SAHARA Las palabras al respecto del exsenador George McGovern (en el Prefacio al libro de Stephen Zunes y Jacob Mundy, Western Sahara: War, Nationalism, and Conflict Irresolution) son bien claras: “Lo que está en juego aquí es algo más que el destino de unos cientos de miles de saharauis que viven bajo la ocupación militar marroquí en el Sahara Occidental y en los campamentos de refugiados en la vecina Argelia. Como señalan los autores (S. Zunes y J. Mundy), lo que en última instancia está en juego es el sistema legal internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial. Si al pueblo del Sahara Occidental no se le concede el derecho a elegir su propio futuro, incluyendo la opción de la independencia, y se permite que Marruecos mantenga el dominio del territorio, será la primera vez desde la fundación de las Naciones Unidas que la comunidad internacional consiente que un territorio no autónomo reconocido sea anexionado a la fuerza sin el consentimiento de la población, y la primera vez que se permite a un país ampliar su territorio por la fuerza militar contra la voluntad de una población sometida. Solo los territorios árabes todavía ocupados por Israel desde 1967 permanecen bajo tal control extranjero hostil. Y aunque la resolución de ese conflicto también lleva esperando mucho tiempo, por lo menos ha llamado la atención de la comunidad internacional, mientras que la situación similar en el Magreb se ha mantenido en una relativa oscuridad”.
Fuente:http://www.deia.com/
Imagen: Darghamyo
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Crímenes en el Sáhara Occidental: caso abierto



La diabetes, la desnutrición y la anemia azotan al pueblo saharaui, que ha visto mermadas sus ayudas por la crisis. (g.n.)



Por desgracia, por mucho que sepamos sobre los crímenes perpetrados por ciertos Estados, gobiernos o grupos; si no se abre un proceso judicial es como si los males ocurridos no hubiesen ocurrido.

Y si los responsables no asumen sus crímenes, las víctimas, una vez más, se quedan indefensas, enfrentándose al dolor y al sufrimiento del oprobio y de la humillación de ver a los verdugos libres. Pues bien, parece que algo ha cambiado respecto a lo ocurrido en el Sáhara Occidental tras la descolonización española. Por fin, la Audiencia Nacional, a través del juez Pablo Ruz, ha dado un paso. Ahora solo queda aguardar a que los populares inventen una nueva ley para evitar que se puedan juzgar tales masacres. La causa abierta contra once militares marroquíes es por genocidio. Palabras mayores, sin duda.

En el auto se recoge que durante años (en un periodo que abarca desde 1976 a 1992) se ha producido “un ataque sistemático contra la población civil saharaui por parte de las fuerzas militares y policiales marroquíes” cuyo fin no era otro que “destruir total o parcialmente a la población autóctona con el fin de apoderarse del territorio que había pertenecido a España”.

Se han recogido, y seguro que esto solo es la punta del iceberg (porque Marruecos no ha colaborado en modo alguno en investigar los horrores y políticas homicidas allí practicadas), 50 asesinatos, seis casos de desapariciones, 202 detenciones ilegales y 23 casos de torturas, pero imaginamos que hay muchas más. Con esto, Ruz pone el cierre a una larga investigación iniciada en 2007 por el juez Baltasar Garzón, el mismo que por diferentes intereses, más políticos que judiciales, fue apartado de la judicatura por pretender juzgar el franquismo.

La suerte de vulneración sistemática de los derechos humanos, de violencia gratuita contra la población civil y de acciones que ningún gobierno democrático puede asumir ni avalar (bombardeo de núcleos de población, desplazamientos forzados y, por supuesto, torturas, asesinatos y desapariciones) fueron practicadas por Marruecos de forma sistemática con un único fin de doblegar, destruir la identidad y voluntad del pueblo saharaui. Además, el mismo auto establece en sus páginas iniciales que el Sáhara Occidental nunca fue territorio marroquí, por lo tanto, nunca ha ostentado ningún derecho histórico sobre el mismo y que la población, antes de la ocupación, los 74.000 saharauis censados eran de “nacionalidad española”. Por un lado, este hecho pone de relieve el archiconocido abandono que los distintos gobiernos españoles han sostenido sobre la antigua colonia y, por otro, permite soslayar la reforma de la ley de justicia universal que el PP aprobó para evitar litigios internacionales (como era el caso de China, por sus crímenes en el Tíbet) que podían interferir en sus relaciones comerciales. Pero la garantía y defensa de los derechos humanos no pueden jamás obviarse. Ese ha sido el gran mal del siglo XX, y no queremos que esto se repita en el siglo XXI.

En este caso, refleja la incapacidad de España por afrontar su pasado colonial y de encarar la responsabilidad que ello implica. De nuevo, lamentablemente, el poder del dinero, las jugosas y lucrativas relaciones económicas sostenidas con el Estado marroquí son mucho más relevantes que la salvaguarda de la dignidad de las personas. En el auto se recogen los testimonios de primera mano de saharauis que presenciaron los crímenes, permitiendo el descubrimiento de varias fosas de los cuerpos de asesinados impunemente por parte de las fuerzas de seguridad marroquíes. Mostrando, así, que no son fabulaciones sino hechos evidentes de que tales horrores se produjeron. También se recoge cómo dos aviones atacaron el campamento de desplazados Un Dreiga el 20 de febrero de 1976, con napalm y fosfato blanco, causando 39 muertos, a pesar de que una de las tiendas tenía el claro distintivo de la Cruz Roja. A ello se puede ir sumando otra serie de terribles hechos que se han ido sucediendo hasta los años 80 y 90. Para Marruecos, el Sáhara es la joya de la corona, disfruta de ricos fosfatos y caladeros, además de convertirse en un lugar en donde se han asentado miles de familias.

Ha empeñado mucho en su guerra particular contra el Frente Polisario y lo considera parte esencial de su geografía. Como hace Israel con los palestinos, juega con la baza favorable del tiempo: cuanto más se prolongue, más difìcil será encontrar la solución. Marruecos ha entablado importantes acuerdos de colaboración con la Unión Europa y Estados Unidos en la lucha contra el yihadismo, es una monarquía de corte moderado, aunque no podemos hablar de Estado democrático (sí ha habido avances desde que Hassan II murió y dejó paso a su hijo, Mohamed VI) y eso le ha servido como manto protector hacia cualquier acusación de crímenes de lesa humanidad o, bien, a ser interpelada a que se retire del Sáhara.

Mientras que Rusia, paradójicamente, sufre fuertes sanciones por la anexión ilegal de Crimea, Marruecos, en cambio, nada. Y aunque la ONU aboga por que se produzca un referéndum de autodeterminación (diciembre de 1997), la propuesta ha sido escuchada por Rabat como quien oye llover.

De todos modos, no existen garantías suficientes para que sea justo porque el censo de la población actual del Sáhara está distorsionado por dos factores importantes: muchos saharauis viven en campamentos de refugiados en Argelia (y Marruecos no acepta su regreso) y se ha producido un fuerte desplazamiento de población marroquí al Sáhara, lo cual hace que haya un número casi mayor de marroquíes que de habitantes autóctonos. El Gobierno de Marruecos ha prometido, como alternativa, una autonomía… pero sin garantías. Y sin que eso pueda borrar los padecimientos infligidos a los saharauis. Confiemos en que esta vez haya un poco de justicia para este sufrido pueblo y que la ONU decida dar un paso decidido en favorecer su causa, no permitiendo que su historia sea olvidada.
Fuente: http://www.noticiasdegipuzkoa.com/
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