Por Víctor Arrogante
Yacía moribundo el dictador cuando el Jefe de Estado en funciones descolonizó el Sahara Occidental. Pocas potencias coloniales han abandonado a su suerte a un pueblo como lo hizo España, desobedeciendo el mandato internacional, que le instaba a organizar un referéndum de autodeterminación. España abandono a la población a su suerte en la guerra y el exilio, después de haberse aprovechado de los recursos naturales y utilizado los humanos, ahora a beneficio de Marruecos y por intereses geoestratégicos.
Para forzar la anexión del territorio saharaui a Marruecos, el rey Hassan II, organizó una marcha pacífica, inspirada por los Estados Unidos, financiada con dinero saudí y con el favor de Francia y la Liga Árabe. Franco se moría y Juan Carlos, jefe de Estado en funciones, viajó a El Aium, para exponer al ejército, que las presiones internacionales, obligaban a abandonar el territorio. Ante la cercana entronación y por intereses reales, la suerte del Sahara había sido decidida sin consulta alguna. Tras el dictamen de la Corte de Justicia de la Haya, contraria a las tesis marroquíes respecto al Sahara, Hassan II, anunció la organización de la Marcha Verde. Un millón de marroquíes penetraría pacíficamente en el Sahara para exigir su incorporación a Marruecos. El Consejo de Ministros cedió a la presión marroquí y hasta hoy. Hassan II, consideró que había logrado su objetivo y «sin vencedores ni vencidos» y sin un solo tiro, ordenó a los manifestantes abandonar el territorio ocupado.
Ha pasado cuarenta años desde que España abandonara el Sahara. El conflicto, que surgió tras una descolonización precipitada, por las circunstancias de la política española del momento —una dictadura agonizante, desprestigiada en el mundo y la cercana llegada de la monarquía—, sigue vigente y con difícil solución. Hay intereses geoestratégicos de por medio. El conflicto ha pasado por distintas fases y diferentes acontecimientos han enrarecido y retrasado la solución, con poco interés de España, escasa o nula posición resolutiva de la ONU e intereses de Marruecos, que los defiende, como siempre ha hecho, con buena cara y fuerza soterrada, cuando no abierta.
Naciones Unidas había iniciado el proceso de descolonización, interrumpido con la Declaración entre España, Marruecos y Mauritania sobre el Sahara Occidental, firmada el 14 de noviembre de 1975. Los Acuerdos de Madrid fueron ilegales según el derecho internacional. De hecho, cuarenta años después, la ONU, sigue sin considerar a Marruecos potencia administradora del territorio pendiente de descolonización.
La Declaración de Madrid consta de un acuerdo político y anexos secretos, de índole económica, que estipulan la cesión a Marruecos del 65% de la empresa fosfatos de Bucraa, que explotaba los ricos yacimientos de la zona. A cambio España obtendría los derechos de pesca para 800 barcos durante 20 años, acuerdo que Marruecos incumplió. Políticamente, los acuerdos firmados por el entonces presidente del gobierno Carlos Arias Navarro, fueron un regalo para la dinastía alauí a su proyecto del Gran Marruecos. Cerca estaba la mano norteamericana, que fue decisiva para que España abandonara a su suerte a un pueblo, «por un pescado», que se cocinó el rey Hassan.
Los Acuerdos de Madrid, venían a ratifica la resolución de España, manifestada ante la ONU, de descolonizar el territorio del Sahara Occidental, poniendo término a las responsabilidades y poderes que tenía sobre el territorio como Potencia Administradora. España debía proceder de inmediato a crear una Administración temporal, participada por Marruecos y Mauritania, en colaboración con la Yemaá saharaui. En su punto tercero se declaraba: «Será respetada la opinión de la población saharaui, expresada a través de la Yemaá», cosa que jamás se hizo.
En noviembre de 1960, la Asamblea General de la ONU, aprobó la Resolución 1514, que hacía referencia al proceso de descolonización de las colonias que quedaban en el mundo. El Comité encargado de aplicar la resolución, elaboró una lista de territorios a descolonizar, entre los que estaba el Sahara Español. En 1966, el Comité, solicitó a España la realización de un referéndum para que la población del Sahara pudiera expresarse libremente sobre su futuro político. El gobierno franquista aceptó la solicitud, pero dio largas al asunto, ganando tiempo al proceso de transformación de la colonia en una provincia española.
En febrero de 1976 en la ciudad de Bir Lehlu, capital del territorio liberado por el Frente Polisario, se proclamó la Independencia de la República Árabe Saharaui Democrática. Se hacía referencia a la Carta de Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Resolución 1514. Reafirmaban su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las Naciones grandes y pequeñas a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de libertad e independencia.
En 1989, la ONU diseñó un Plan de Paz, en el que se preveía la celebración del referéndum de autodeterminación. Todavía hoy, la intransigencia de Marruecos, la inoperancia de la ONU y el silencio de España y algunos gobiernos occidentales, han impedido cumplir el Plan e imposible celebrar el referéndum. En 2002, el Consejo de Seguridad, adoptó la resolución 1429. Para Mohamed Abdelaziz, Presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, era «una victoria para el pueblo saharaui y la legalidad internacional». Los miembros del Consejo consideraron que el conflicto viene derivado de la invasión militar marroquí, que es un problema de descolonización no resuelto y es el pueblo saharaui quien debe ejercer su derecho a la autodeterminación. EEUU, Francia y Gran Bretaña, están a favor de la integración del Sahara Occidental a Marruecos como autonomía. Los gobiernos españoles han mantenido una postura de ambigüedad calculada, frente a la solidaridad mostrada por la mayoría de la población española, partidaria del referéndum y el derecho a decidir.
Hoy el territorio, formado por la antigua provincia española del Sahara español, que fue anexionado en 1976 a Marruecos y Mauritania, está completamente ocupado por Marruecos desde agosto de1979, al retirarse Mauritania de la zona. La soberanía marroquí no es reconocida ni por las Naciones Unidas ni por ningún país del mundo y rechazada por el Frente Polisario, que proclamó su independencia en 1976, cuando creó la República Árabe Saharaui Democrática, que ha sido reconocida por más de 80 países. Mientras tanto el pueblo sufriendo las consecuencias de las decisiones de los gobernantes, alejadas de los intereses de la gente.
La ONU, que ha intentado encontrar soluciones integradoras, ha fracasado, ante los intereses contrapuestos de los contendientes. Entre la autodeterminación y la adhesión, se encuentra la autonomía, dentro del Estado marroquí, que podría ser el paso para la celebración del referéndum. Marruecos no está dispuesto a reconocer el derecho a la autonomía regional. Difícil solución, cuando las partes no están por ceder posiciones. La comunidad internacional debería volcarse en favorecer el desarrollo de la región y España liderar las iniciativas que conduzcan a un entendimiento en el Magreb, mediando entre las partes, sobre un conflicto que históricamente por dejación creó.
En resumen, para la ONU el Sahara Occidental es un territorio español pendiente de descolonización y nunca ha reconocido a Marruecos como potencia administradora. El Tribunal Internacional de la Haya concluyó que no existe ningún vínculo de soberanía, entre el territorio del Sahara Occidental y el reino de Marruecos. Los distintos gobiernos de España, desde el final de la dictadura franquista, se han alineado con la ONU. El Gobierno de Zapatero se comprometió a hacer todo lo necesario para una solución, pero su actitud de acercamiento a Rabat, de hecho se entiende como abandono de la línea de apoyo a la causa saharaui. El Partido Popular, tradicionalmente no alineado con la causa, defiende la nula responsabilidad española en el conflicto, con el vago deseo de que las partes encuentren rápidas vías de solución. Ceuta y Melilla aparecen en el tablero, cuando las autoridades marroquíes dejan claro, que un cambio de la postura oficial española, provocaría la reivindicación de ambas ciudades. Todo provocaría un aumento de la inestabilidad en la zona del estrecho, que nadie quiere que ocurra.
La política sigue alejada o de espaldas al sufrimiento humano. Unas 150.000 personas viven en la parte del Sahara Occidental bajo ocupación marroquí. Unas 30.000 viven en la parte del Sahara controlada por el Polisario. Los campos de refugiados de Tinduf, en Argelia, donde tiene la sede el Polisario, viven aproximadamente 165.000 refugiados saharauis según el Polisario y 90.000 según el último cómputo realizado por Naciones Unidas. Los refugiados dependen de la ayuda humanitaria internacional que se ha reducido por la crisis económica. Además, el muro construido por Marruecos, hace que miles de familias sigan separadas después de cuatro décadas. El pueblo saharaui continúa sufriendo una situación cada vez más desesperada, agravada por la disminución de la ayuda alimentaria por parte de los organismos internacionales.
Son diversas las soluciones que se barajan. Todo no será posible, mientras las partes en conflicto y la comunidad internacional, no tenga verdadera voluntad de resolución. Tienen que admitir que el referéndum, para que el pueblo saharaui, pueda ejercer su derecho de autodeterminación, debe estar en el centro de la negociación. La autonomía durante cinco años, bajo soberanía marroquí, es inadmisible, si se mantiene la idea de que bandera, moneda, aduanas, política exterior, asuntos internos, policía y justicia, entre otros asuntos, dependan de Marruecos. La alternativa de división del territorio en dos partes, parece irreal, si Marruecos, como pretende, se queda con la zona del norte, el llamado Sahara útil, que concentra los mayores recursos naturales.
El segundo congreso del Frente Polisario, proponía diferentes objetivos, que pese al tiempo transcurrido tienen plena vigencia: Hay que liberar la nación de todas las formas de colonialismo y alcanzar una independencia completa, en un régimen republicano, garantizando las libertades fundamentales ciudadanas. Construir una sociedad que distribuya de forma justa las riquezas y elimine el desequilibrio entre el campo y las ciudades, anulando toda forma de explotación y garantizando el ejercicio de los derechos humanos y los fundamentales ciudadanos. Por el pueblo saharaui que sufre.
Fuente: http://www.nuevatribuna.es/