Moulud Yeslem*
“He dicho a los franceses que yo no presiono a mis hermanos saharauis, aunque sí les puedo aconsejar”, así afirmó Houare Bomedien el líder y presidente de la república de Argelia, en un discurso ante el parlamento argelino, con motivo de la liberación de los presos franceses que estaban en manos del Frente Polisario en 1978.
Hoy, 37 años después sigo convencido de que las relaciones de hermandad siguen uniendo a los dos pueblos. De eso no tenemos dudas, pero no escribo sobre esa relación, sino sobre cosas que ocurren diariamente entre ciudadanos saharauis y autoridades argelinas, o por lo menos con los agentes de policía y aduana de los puestos fronterizos, como el puerto de Ghazauet.
La mayoría de estos agentes que trabajan en este puerto, son personas corruptas; personas que han olvidado los principios de la revolución argelina y que con su egoísmo están creando un orden específicamente para saharauis, un orden para desgastar a los saharauis.
Un ejemplo es el que vivimos días atrás. Desde que el barco en el que viajábamos fondeó en territorio argelino, el mecanismo se puso en marcha. Hubo un confuso movimiento de policías y aduaneros que buscaban coches saharauis, vehículos que los mandan a una fila, será la última fila en salir. Es la fila en la que se practica el abuso de autoridad.
Imaginad que para sellarte la entrada en el pasaporte debes entregar 20 euros al policía que te ponga el sello y otros 60 euros para los agentes de aduana, es todo un negocio en el cual todos los saharauis están obligados a formar parte. Durante las tres horas que duró el desembarque, posiblemente la máquina de la corrupción recaudó más de dos mil euros, solo de impuestos ilegales a saharauis.
“He dicho a los franceses que yo no presiono a mis hermanos saharauis, aunque sí les puedo aconsejar”, así afirmó Houare Bomedien el líder y presidente de la república de Argelia, en un discurso ante el parlamento argelino, con motivo de la liberación de los presos franceses que estaban en manos del Frente Polisario en 1978.
Hoy, 37 años después sigo convencido de que las relaciones de hermandad siguen uniendo a los dos pueblos. De eso no tenemos dudas, pero no escribo sobre esa relación, sino sobre cosas que ocurren diariamente entre ciudadanos saharauis y autoridades argelinas, o por lo menos con los agentes de policía y aduana de los puestos fronterizos, como el puerto de Ghazauet.
La mayoría de estos agentes que trabajan en este puerto, son personas corruptas; personas que han olvidado los principios de la revolución argelina y que con su egoísmo están creando un orden específicamente para saharauis, un orden para desgastar a los saharauis.
Un ejemplo es el que vivimos días atrás. Desde que el barco en el que viajábamos fondeó en territorio argelino, el mecanismo se puso en marcha. Hubo un confuso movimiento de policías y aduaneros que buscaban coches saharauis, vehículos que los mandan a una fila, será la última fila en salir. Es la fila en la que se practica el abuso de autoridad.
Imaginad que para sellarte la entrada en el pasaporte debes entregar 20 euros al policía que te ponga el sello y otros 60 euros para los agentes de aduana, es todo un negocio en el cual todos los saharauis están obligados a formar parte. Durante las tres horas que duró el desembarque, posiblemente la máquina de la corrupción recaudó más de dos mil euros, solo de impuestos ilegales a saharauis.
En nuestro caso nos rebelamos contra este sistema de corrupción. Nos negamos a formar parte de este mecanismo y como consecuencia, los aduaneros del puerto nos tendieron una trampa en medio del desierto. Lo hicieron en coordinación con otros agentes de aduana, posiblemente otros agentes corruptos.
Me recuerda la carrera entre la liebre y la tortuga, nos dejaron salir del puerto y nos detuvieron a unos 300 kilómetros, para meternos otra vez más en el sistema de corrupción. Nos negamos otra vez. En la inspección aduanera en el puerto de Ghazauet, no nos dijeron nada, especialmente en relación a unos discos duros de ordenador que portábamos, sin embargo en Mechría nos los requisaron, también el coche, los pasaportes y nos presentaron ante un fiscal de Estado, como acusados por contrabando de material de fabricación extranjera: es decir, los discos duros.
Nosotros, solo queríamos pasar unos días con la familia, traíamos ropa, zapatos, comida y otros regalos. Mi hermano había dejado sus ocho hijos en Francia, quería pasar con su madre unas dos semana. Yo venía para terminar el rodaje de un documental y desde el primer día de la detención hasta ahora, estamos llevando a cabo una protesta ante el tribunal de Mechria, por la injusticia cometida contra nosotros y la violación de nuestros derechos fundamentales.
Y hasta que no termine la investigación del contenido de los discos duros, nuestra libertad es condicionada a una firma los miércoles en los juzgados, nuestras familias separadas y dispersas entre Francia, España, Argelia y los campamentos saharauis de Tindouf. Nuestro trabajo en pausa, si no se ha perdido, y los jueces de investigación de vacaciones, los que investigan los discos duros en Ramadán y las autoridades saharauis como si nunca hubieran existido.
Es decepcionante que pase esto a un saharaui en Argelia, pero bueno. Lo único que podemos hacer nosotros es escribir estas líneas para describir lo que pasa, así es cómo empezó todo esto. Ahora prefiero pensar que solo es un sueño y que mañana será otro día. Prefiero recordar las palabras de Houare Bomedien: “He dicho a los franceses que yo no presiono a mis hermanos saharauis, aunque sí les puedo aconsejar”. Prefiero la Argelia de Bomedien y no la Argelia de los policías y los aduaneros corruptos del puerto de Ghazauet.
*Moulud Yeslem (Auserd, Sahara Occidental, 1977) es artista, activista saharaui y actor.
Me recuerda la carrera entre la liebre y la tortuga, nos dejaron salir del puerto y nos detuvieron a unos 300 kilómetros, para meternos otra vez más en el sistema de corrupción. Nos negamos otra vez. En la inspección aduanera en el puerto de Ghazauet, no nos dijeron nada, especialmente en relación a unos discos duros de ordenador que portábamos, sin embargo en Mechría nos los requisaron, también el coche, los pasaportes y nos presentaron ante un fiscal de Estado, como acusados por contrabando de material de fabricación extranjera: es decir, los discos duros.
Nosotros, solo queríamos pasar unos días con la familia, traíamos ropa, zapatos, comida y otros regalos. Mi hermano había dejado sus ocho hijos en Francia, quería pasar con su madre unas dos semana. Yo venía para terminar el rodaje de un documental y desde el primer día de la detención hasta ahora, estamos llevando a cabo una protesta ante el tribunal de Mechria, por la injusticia cometida contra nosotros y la violación de nuestros derechos fundamentales.
Y hasta que no termine la investigación del contenido de los discos duros, nuestra libertad es condicionada a una firma los miércoles en los juzgados, nuestras familias separadas y dispersas entre Francia, España, Argelia y los campamentos saharauis de Tindouf. Nuestro trabajo en pausa, si no se ha perdido, y los jueces de investigación de vacaciones, los que investigan los discos duros en Ramadán y las autoridades saharauis como si nunca hubieran existido.
Es decepcionante que pase esto a un saharaui en Argelia, pero bueno. Lo único que podemos hacer nosotros es escribir estas líneas para describir lo que pasa, así es cómo empezó todo esto. Ahora prefiero pensar que solo es un sueño y que mañana será otro día. Prefiero recordar las palabras de Houare Bomedien: “He dicho a los franceses que yo no presiono a mis hermanos saharauis, aunque sí les puedo aconsejar”. Prefiero la Argelia de Bomedien y no la Argelia de los policías y los aduaneros corruptos del puerto de Ghazauet.
*Moulud Yeslem (Auserd, Sahara Occidental, 1977) es artista, activista saharaui y actor.