La dimisión, entendida como renuncia al ejercicio de un cargo público es una noble decisión por cuanto, en unos casos, dignifica a la institución de la que se dimite y, en otros, robustece la autoridad moral y política de la persona que dimite.
Sin embargo el geriátrico que gobierna en la RASD ha convertido, a la noble dimisión, en una herejía. Dimitir, de ser una noble decisión, ha pasado a ser una traición. Todo ello, claro está, para justificar la eternidad de nuestros dinosaurios en las poltronas del poder. Hay que recordar que el parque jurásico que nos gobierna está ahí desde hace nada menos que CUARENTA años. Es decir, llevan cuarenta años en el poder y quieren estarlo más tiempo.
En nuestro caso el sistema de poder es tan personalizado (menos mal que en el último Congreso había nada menos que 2.100 congresistas) que nadie puede decir ni ‘mú’ mientras Abdelaziz no vuelva de su viaje a Tanganika y Zanzíbar. El poder que atesora este hombre es tal que, en su ausencia, ni siquiera los medios de comunicación, ni tampoco el Primer Ministro, pueden confirmar o desmentir la dimisión de un Ministro, a escasos seis meses de un congreso que el Régimen repitió hasta la saciedad que había sido un éxito. Y, sin embargo, hete aquí que ya se ha abierto el primer boquete.
En la política saharaui son tan escasos los antecedentes de dimisión que hay que remontarse muchos años para encontrar un caso de dimisión. Pero eso no quiere decir, que nuestros Ministros, nuestros Secretarios Generales, nuestros Directores Generales, nuestros etcéteras, estén de acuerdo con las decisiones que ejecutan. Todos, absolutamente todos, nuestros dirigentes, critican al sistema y culpan a sus respectivos superiores. Pero, ¡¡¡caramba!!!, ninguno dimite. Más pena producen esas interminables columnas de cuadros medios y altos del POLISARIO y de la RASD que, en lugar de hablar en voz alta y presentar su dimisión, mantienen la boca cerrada a cambio de un miserable plato de lentejas. Es, pues, el silencio de esas columnas lo que mantiene en pie a ese sistema tan criticado por ellos.
En este sentido, el Portal electrónico, Futuro Saharaui, ha marcado historia. Y de paso, ha dejado a la altura del betún al SPS y, especialmente, a upes.org. La exclusiva del primero y la negativa de los otros a informar sobre el asunto, dibujan un dique que separa, claramente, entre los medios independientes, preocupados por mantener informados a sus lectores, de esos otros medios, preocupados, exclusivamente por mantener contentos a quienes los sostienen.
Esta dimisión y los silencios –mortales silencios- que la rodean es un ejemplo claro de la bajeza moral e intelectual de todo el entramado institucional saharaui. Estas cosas y estos casos dejan a las claras que el POLISARIO, lejos de ser un MLN, es una empresa bajo las únicas órdenes de Abdelaziz. Él es todo. Él es el único.
No hay nada claro, por lo demás, sobre las razones que empujan a alguien tan bregado en los entresijos del POLISARIO, como Hach Ahmed, para tomar esta heroica decisión. Se sabe de su carácter, pero habrá que estar a la espera del pulso que mantendrá con Abdelaziz.
No cabe duda, por lo demás, que su dimisión le honra. Hach Ahmed, debe saber que su gesto es tenido en la más alta estima y consideración por amplios segmentos de la sociedad, especialmente las generaciones del futuro. Pero sólo a él le toca apostar por seguir gozando de la simpatía de esos segmentos o, por el contrario, dar su brazo a torcer para seguir gozando de esas palmaditas en la espalda que suele dar Abdelaziz, toda vez que éste ya ha vuelto de su viaje a Tanganika y Zanzíbar.
Por lo demás, Hach Ahmed, debe saber que su decisión y su fuerza para no dar su brazo a torcer, son esperados como agua de mayo por otros (quizás, muchos). A las personas decentes, les espera una oportunidad única para presentar su dimisión y desentenderse de un modo de hacer política altamente dañino para el pueblo saharaui y para la Causa saharaui.
Haddamin Moulud Said. 28 de junio de 2012.
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