lunes, 24 de septiembre de 2012

El Presidente y Yo

Slama Najem
Después de una larga vacilación, tuve que acatar la opinión de unos de amigos, que creían que entrevistándome con el presidente se atajará el problema radicalmente. Dije- larga vacilación- partiendo de la certidumbre que albergaba de que el presidente estaba al tanto de la cuestión, de una manera u otra, ya que esta suspensión laboral a causa de criterios, ocupó la opinión pública durante más de un mes, incluso la prensa enemiga encontró en ella una brecha para entrar y la aprovechó. Además nosotros, los concernidos, así como la Unión de Periodistas y Escritores Saharauis escribimos, en su día, a las partes influyentes y al presidente; y puesto que no movieron fichas se deduce que solo caben dos posibilidades: o es él quien está personalmente detrás de la cuestión, o asumió lo que su ministro hizo, de acuerdo con los argumentos expuestos por éste.

Total, me dije:- He de zanjar la duda con la certeza- Además no pierdo nada entrevistándome con el hombre oyéndome lo que oyeron los demás. Sobretodo
que la mayoría de los ciudadanos cuando sufren las injusticias del primer responsable del departamento y en vista de la ausencia de una justicia a la que recurrir, se dirigen directamente al presidente puesto que es el juez primero del estado.
Siguiendo a estos ciudadanos y obedeciendo el consejo de los amigos, nos dirigimos, el compañero El Cori Sidati y Yo a La Secretaría General. Y sin extenderme más en detallar el complicado protocolo de acceso y la larga espera de una entrevista sin cita previa, llegó nuestro turno estando convencidos de que tomaremos mucho rato del apreciado tiempo del hombre como pasó con los que nos precedieron, pues, los rasgos de la cuestión son claros y no acarrea ningún tipo de pedidos ni materiales ni morales, tan solo regular la administración del ministerio de información y requerirle la retirada de una equivocada decisión que originó una innecesaria polémica, sobre todo en estas circunstancias y que aún persiste.
No vais a creer lo que pasó. Nada más entrar y cerciorarse el presidente de nuestros rasgos se alzó rígido descuidando todo protocolo y olvidando el respeto y la solemnidad del cargo que representa a todos los saharauis, saliendo de toda costumbre diplomática o política vociferando con volumen extremo de voz que salgamos de inmediato y con el mismo tono muchas otras frases, que no cabe mencionar aquí, basta con indicar que no son adecuadas para un dignatario.
El misterio de tal ira tan fuera de lugar es la falta de longanimidad a cualquier diálogo sobre la corrupción propagada en todas las articulaciones del estado y de la revolución o cualquier alusión a las flaquezas que reinan la labor de las instituciones después de pasar éstas a ser posesiones privadas o nuestras reiteradas invocaciones a consolidar la democracia cuya primera manifestación es la alternancia pacífica en el poder. Desconocemos cualquier otra causa de dicha irritación ya ningún tipo de vínculo nos une al hombre y asevero que no nos conoce de nada salvo mediante el sitio de "Futuro Sahara". Lo claro, es que la calumnia ha hecho de las suyas, pero, ¿acaso sirve la calumnia de excusa?
¡Ojalá! hubiera dirigido la mitad de esa furia, que vimos la mañana del lunes 17/09/2012, contra aquellos ministros, embajadores, gobernadores y otros que la merecen. pero los hechos marchan contrariamente a lo que todo el mundo conoce y vive.
Sr. Presidente no somos nosotros los merecedores de esta ira y este trato, y sin ánimos de injuriar o calumniar a nadie, sino los traidores, corruptos, malversores de riquezas publicas y traficantes en cambio otros que le han maltratado escribiendo en sitios y periódicos internacionales, luego usted les honró y acercó y no dos periodistas que vinieron buscando sentencia de justicia y encontraron un adversario y vaya adversario.
Ahora y después de ver y oír, se nos clarificó la imagen y se destapó lo cubierto, pues la decisión del ministro no es suya sino que la asumió con lealtad y con la paciencia de Job y es lo que le origino mucha confusión, contradicciones y revoltijos
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