por Said Beilal*
Dentro de pocos días estaremos celebrando el primer aniversario del montaje de la primera jaima en la zona de Gdeim Izik, sita al este de la ciudad ocupada de El Aaiún, que coincide con el 10 de octubre. Aquella jaima que, en un principio, no era más que una “protesta inusual”, organizada por un grupo de jóvenes saharauis para protestar contra la política de ocupación, empobrecimiento y expolio de los recursos de su tierra ante sus propios ojos.
Aquella jaima, estaba en medio del desierto y aparecía solitaria cuán lunar que embellece el rostro de un yermo terreno. De pronto se convirtió en la Meca de los desplazados, en el faro de los oprimidos, en la guía de los marginados, en el lunar de toda la patria... Y en un núcleo de tela alrededor del cual, proliferaron rápidamente como hongos, más de 8000 jaimas. De tal modo, que aquel terreno yermo, después de una y treinta noches, amaneció siendo un “Cuadro de Jaimas”, pintado con el pincel del desafío, los colores de la resistencia y unos dedos entrenados para mostrar el signo de la victoria...
Amaneció siendo un Estado libre de la brutal ocupación, un “Estado de Jaimas”, cuyos pilares, los saharauis, habían levantado en mitad de la noche, jaima por jaima, pieza por pieza... Un Estado que habita en ellos, en espera de poder, ellos, habitar en él. Un Estado libre de colonos y semejantes... Libre de traidores, mercenarios y sus lacayos… Libre de transgresores, rastreros y sus secuaces. Sí, porque cuando los saharauis levantan un “Estado de Jaimas” en espera de un Estado independiente, aquél ha de ser libre de impurezas, defectos o parásitos... porque nuestras blancas jaimas no admiten, nunca, manchas negras.
Dentro de unos días, habrá transcurrido un año desde que se montó la primera jaima que allanó el camino para la construcción de un Campamento autónomo, mantenido por miles de desplazados y miles de jaimas, que duró treinta días y que fue un “campamento de protesta” único en su género que jamás se había visto en el mundo. Y que supuso, además, una nueva virtud saharaui que se añade al humanismo y los métodos de protesta cívicos y no violentos resultantes de la innovación, la sofisticación y la creación con que nos tiene acostumbrados la ‘Intifada de la Independencia’ desde su inicio.
Este método de protesta sui géneris fue un verdadero tiro de gracia para la maquinaria de propaganda marroquí que pregona eslóganes políticos como “la unidad de los saharauis”, “su consciencia de su marroquinidad”, “su lealtad al Palacio”, “su vasallaje al trono” y “su asunción del principio de la integridad territorial del reino”; o anuncios económicos como “la reconstrucción de las regiones del sur”, “su desarrollo y despegue económico”, “su incorporación al tren”, “la prestación, a los saharauis, de una atención especial y de un sistema para la motivación preferente”, “su vivir en la opulencia”; o pretensiones sociales como “su incorporación e inserción en el tejido social marroquí”, “su mezcla, adaptación y asimilación por sus hermanos marroquíes”.
Toda esta propaganda se ha evaporado en medio del fragor del combate, cuando empiezan a caer por su propio peso, algunas preguntas, como:
Dentro de pocos días estaremos celebrando el primer aniversario del montaje de la primera jaima en la zona de Gdeim Izik, sita al este de la ciudad ocupada de El Aaiún, que coincide con el 10 de octubre. Aquella jaima que, en un principio, no era más que una “protesta inusual”, organizada por un grupo de jóvenes saharauis para protestar contra la política de ocupación, empobrecimiento y expolio de los recursos de su tierra ante sus propios ojos.
Aquella jaima, estaba en medio del desierto y aparecía solitaria cuán lunar que embellece el rostro de un yermo terreno. De pronto se convirtió en la Meca de los desplazados, en el faro de los oprimidos, en la guía de los marginados, en el lunar de toda la patria... Y en un núcleo de tela alrededor del cual, proliferaron rápidamente como hongos, más de 8000 jaimas. De tal modo, que aquel terreno yermo, después de una y treinta noches, amaneció siendo un “Cuadro de Jaimas”, pintado con el pincel del desafío, los colores de la resistencia y unos dedos entrenados para mostrar el signo de la victoria...
Amaneció siendo un Estado libre de la brutal ocupación, un “Estado de Jaimas”, cuyos pilares, los saharauis, habían levantado en mitad de la noche, jaima por jaima, pieza por pieza... Un Estado que habita en ellos, en espera de poder, ellos, habitar en él. Un Estado libre de colonos y semejantes... Libre de traidores, mercenarios y sus lacayos… Libre de transgresores, rastreros y sus secuaces. Sí, porque cuando los saharauis levantan un “Estado de Jaimas” en espera de un Estado independiente, aquél ha de ser libre de impurezas, defectos o parásitos... porque nuestras blancas jaimas no admiten, nunca, manchas negras.
Dentro de unos días, habrá transcurrido un año desde que se montó la primera jaima que allanó el camino para la construcción de un Campamento autónomo, mantenido por miles de desplazados y miles de jaimas, que duró treinta días y que fue un “campamento de protesta” único en su género que jamás se había visto en el mundo. Y que supuso, además, una nueva virtud saharaui que se añade al humanismo y los métodos de protesta cívicos y no violentos resultantes de la innovación, la sofisticación y la creación con que nos tiene acostumbrados la ‘Intifada de la Independencia’ desde su inicio.
Este método de protesta sui géneris fue un verdadero tiro de gracia para la maquinaria de propaganda marroquí que pregona eslóganes políticos como “la unidad de los saharauis”, “su consciencia de su marroquinidad”, “su lealtad al Palacio”, “su vasallaje al trono” y “su asunción del principio de la integridad territorial del reino”; o anuncios económicos como “la reconstrucción de las regiones del sur”, “su desarrollo y despegue económico”, “su incorporación al tren”, “la prestación, a los saharauis, de una atención especial y de un sistema para la motivación preferente”, “su vivir en la opulencia”; o pretensiones sociales como “su incorporación e inserción en el tejido social marroquí”, “su mezcla, adaptación y asimilación por sus hermanos marroquíes”.
Toda esta propaganda se ha evaporado en medio del fragor del combate, cuando empiezan a caer por su propio peso, algunas preguntas, como:
- Cómo es posible que los saharauis huyan de la ciudad hacia un terreno yermo y aislado si, efectivamente, vivían en la opulencia?
- Dónde están “los jardines del paraísos” y “los proyectos económicos” de los que, se supone, disfrutan quienes huyen de la pobreza, el hambre, la marginación y la invasión de la colonización?
- Si los desplazados, en efecto, eran ciudadanos marroquíes, cómo se explica entonces su negativa a permitir, a los responsables marroquíes, acceder al campamento?
- Si la protesta era eminentemente social, cómo se explica que no haya ni un solo marroquí en más de 20.000 desplazados?
- Cómo se explica la negativa de los desplazados a tratar con los medios de comunicación marroquíes y, por el contrario, permitir una cobertura sin precedentes, por parte de los medios saharauis e internacionales, especialmente, los españoles sobre los detalles y el día a día del campamento?
- Si el Campamento no era más que un modo de protesta marroquí porqué no se izó ni una sola bandera marroquí sobre ninguna jaima de las más de ocho mil que habían?
Estas son algunas de las preguntas que vienen a la mente de todos y descubren la falsedad de las pretensiones propagandísticas marroquíes que se estrellan contra la resistencia civil saharaui.
Entonces, dentro de unos días vamos a celebrar el aniversario de esta “Histórica Batalla” cuya organización y enfoque testimonian la capacidad de los saharauis para construir su Estado, sus instituciones y asumir sus responsabilidades y les preparan para la convivencia pacífica entre ellos y con los países vecinos. Por otra parte, da contra la pared con la estrategia de la ocupación tendente a sembrar la discordia y la zozobra en las filas saharauis.
Al mismo tiempo, Gdeim Izik, se había convertido en la mayor “Sauna tradicional” donde los saharauis se habían lavado de todos los males que se les habían pegado al cuerpo durante las tres décadas de ocupación como los conflictos raciales, las disputas electorales, las afiliaciones tribales, las lealtades regionales, los sectarismos partidistas y el oportunismo.
De este acontecimiento, el pueblo saharaui, salió con más fuerza, unión y armonía. Durante las jornadas de la organización, construcción y los momentos del ataque y desmantelamiento, quedó claro para todos los saharauis, desplazados o no, que el saharaui es misericordioso para con su prójimo. Y que el enemigo y el adversario es el ocupante marroquí que se ha revelado en toda su dimensión ante los escépticos, los beneficiados y los rastreros. Que ha corrido el velo de su feo rostro ante aquellos que hasta ayer mismo estaban engañados.
Transcurre, pues, un año de la hazaña. ¿Pasaba por la mente de los primeros autores que su “jaima huérfana” se iba a transformar a la velocidad del relámpago en un “Estado móvil” que salió de las almas donde habitaba para volver a ellas después de un mes de desfile?
¿Se imaginaban que “su simple iniciativa” iba a convertirse en un “hecho histórico” que por su rareza y gravedad guardaba mayor parecido con la leyenda?
¿Eran conscientes de que su “Campamento sui géneris” se iba a convertir, por su impoluta organización y sangrante desmantelamiento, en una “histórica epopeya” que ha entrado por la puerta grande de la Historia y cuyo registro ha patentado el pueblo saharaui.
¿Llegaron a pensar que su “método de protesta” iba a ser un ejemplo para todos los pueblos árabes que gracias a él se han librado del miedo eterno, se han deshecho de su inactividad perpetua, se han recuperado del estancamiento crónico y, después, con sus jaimas derrocaron a sus gobernantes?
¿Llegaron a imaginar que la primera piqueta que clavaron en el terreno de Gdeim Izik era el primer clavo que se clavaba en el ataúd del régimen de Ben Ali, el régimen de Mubarek y la jaima de Gadafi?
Nadie pensaba eso… Nadie… Pero la historia registrará al pueblo saharaui su valentía, rebeldía y combatividad legendarios y su épica capacidad para oponerse al más potente sistema de ocupación, tiranía y opresión.
La creatividad en los modos de resistencia, empezando por la lucha armada, la guerra de guerrillas, la guerra de desgaste, el enfrentamiento diplomático y la Intifada pacífica de la que el desplazamiento colectivo era una de sus más épicas manifestaciones. Y el último de estos episodios, ha sido hace unos días en la ciudad ocupada de Dajla, donde el triunfo se traza con líneas de sangre y lágrimas.
Y, en espera de un nuevo levantamiento, ¡¡¡Feliz Aniversario!!!.
*Said Beilal es un escritor de Smara, capital espiritual del Sahara Occidental.
Traducción libre de Haddamin Moulud Said.
Entonces, dentro de unos días vamos a celebrar el aniversario de esta “Histórica Batalla” cuya organización y enfoque testimonian la capacidad de los saharauis para construir su Estado, sus instituciones y asumir sus responsabilidades y les preparan para la convivencia pacífica entre ellos y con los países vecinos. Por otra parte, da contra la pared con la estrategia de la ocupación tendente a sembrar la discordia y la zozobra en las filas saharauis.
Al mismo tiempo, Gdeim Izik, se había convertido en la mayor “Sauna tradicional” donde los saharauis se habían lavado de todos los males que se les habían pegado al cuerpo durante las tres décadas de ocupación como los conflictos raciales, las disputas electorales, las afiliaciones tribales, las lealtades regionales, los sectarismos partidistas y el oportunismo.
De este acontecimiento, el pueblo saharaui, salió con más fuerza, unión y armonía. Durante las jornadas de la organización, construcción y los momentos del ataque y desmantelamiento, quedó claro para todos los saharauis, desplazados o no, que el saharaui es misericordioso para con su prójimo. Y que el enemigo y el adversario es el ocupante marroquí que se ha revelado en toda su dimensión ante los escépticos, los beneficiados y los rastreros. Que ha corrido el velo de su feo rostro ante aquellos que hasta ayer mismo estaban engañados.
Transcurre, pues, un año de la hazaña. ¿Pasaba por la mente de los primeros autores que su “jaima huérfana” se iba a transformar a la velocidad del relámpago en un “Estado móvil” que salió de las almas donde habitaba para volver a ellas después de un mes de desfile?
¿Se imaginaban que “su simple iniciativa” iba a convertirse en un “hecho histórico” que por su rareza y gravedad guardaba mayor parecido con la leyenda?
¿Eran conscientes de que su “Campamento sui géneris” se iba a convertir, por su impoluta organización y sangrante desmantelamiento, en una “histórica epopeya” que ha entrado por la puerta grande de la Historia y cuyo registro ha patentado el pueblo saharaui.
¿Llegaron a pensar que su “método de protesta” iba a ser un ejemplo para todos los pueblos árabes que gracias a él se han librado del miedo eterno, se han deshecho de su inactividad perpetua, se han recuperado del estancamiento crónico y, después, con sus jaimas derrocaron a sus gobernantes?
¿Llegaron a imaginar que la primera piqueta que clavaron en el terreno de Gdeim Izik era el primer clavo que se clavaba en el ataúd del régimen de Ben Ali, el régimen de Mubarek y la jaima de Gadafi?
Nadie pensaba eso… Nadie… Pero la historia registrará al pueblo saharaui su valentía, rebeldía y combatividad legendarios y su épica capacidad para oponerse al más potente sistema de ocupación, tiranía y opresión.
La creatividad en los modos de resistencia, empezando por la lucha armada, la guerra de guerrillas, la guerra de desgaste, el enfrentamiento diplomático y la Intifada pacífica de la que el desplazamiento colectivo era una de sus más épicas manifestaciones. Y el último de estos episodios, ha sido hace unos días en la ciudad ocupada de Dajla, donde el triunfo se traza con líneas de sangre y lágrimas.
Y, en espera de un nuevo levantamiento, ¡¡¡Feliz Aniversario!!!.
*Said Beilal es un escritor de Smara, capital espiritual del Sahara Occidental.
Traducción libre de Haddamin Moulud Said.
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