*Fuente: Asociación Mexicana de Amistad con la República Árabe Saharaui
México, D.F., 20 de septiembre de 2011.
Mohamed VI, rey de Marruecos, designó a principios del mes de agosto a Abderramán Leibek como próximo embajador de su país en México. El Sr. Leibek dejará su cargo estratégico como cónsul marroquí en las Islas Canarias para hacer más visible la presencia y los intereses de Marruecos en América del Norte.
La Asociación Mexicana de Amistad con la República Árabe Saharaui considera pertinente destacar que no se trata de un simple nombramiento diplomático dada la trayectoria del Sr. Leibek. Saharaui nacido en Dajla (Sáhara Occidental), vivió en Tarfaya, una de las bases desde la que partió la infausta Marcha Verde para colonizar el territorio saharaui, y se sumó a las fuerzas policiales formadas por el rey Hassan II a fin de consolidar la ocupación militar. En poco tiempo llegó a ser diputado del parlamento marroquí, pero en 1979, en plena guerra entre el Sáhara Occidental y Marruecos, optó por el oportunismo político y se trasladó a la República Árabe Saharaui Democrática, donde se dedicó a criticar a Marruecos y ocupó cargos como el de presidente de la Media Luna Roja saharaui y Secretario General del Ministerio del Interior. Después de un tiempo, siempre en busca de su beneficio personal y acoplándose al pulso del conflicto marroquí-saharaui, decidió volver a Marruecos, donde fue recibido con honores por su utilidad política en tanto saharaui que reniega de su identidad y defiende la anexión del Sáhara Occidental a Marruecos. En 2003 el Sr. Leibek fue nombrado cónsul en las Islas Canarias y el sello de sus relaciones con la comunidad saharaui asentada en Las Palmas ha sido la hostilidad.
El nombre de Abderramán Leibek ocupó los titulares de la sección Internacional de los más diversos periódicos y medios del mundo en noviembre y diciembre de 2009, cuando Aminetu Haidar, activista saharaui y connotada defensora de los derechos humanos, permaneció 32 días en huelga de hambre tras haber sido detenida ilegalmente por la policía marroquí en el aeropuerto Hassan I de El Aaiún (territorios ocupados del Sáhara Occidental) por escribir “saharaui” y no “marroquí” en el espacio para indicar la nacionalidad en el formulario de entrada al país. Después de dos días de interrogatorios y hostigamiento, se le requisó el pasaporte y fue embarcada en un avión hacia las Islas Canarias. La Sra. Haidar no salió del aeropuerto de Lanzarote ni ingirió alimentos sólidos hasta que la presión internacional obligó al rey Mohamed VI a permitir su regreso a los territorios ocupados. En aquellos días el entonces cónsul Leibek declaró a la prensa que no creía en la huelga de hambre de la Sra. Haidar y afirmó que el camino corto y deseable para que se le devolviera el pasaporte y pudiera reunirse con su familia en los territorios ocupados consistía en abrazar la nacionalidad marroquí y pedir perdón al rey alauí.
Si bien la independencia del Sáhara Occidental, la última colonia del África, sigue en un impasse en tanto no se lleve a cabo el referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui conforme a las disposiciones de la ONU en 1990, los actores en esta correlación de fuerzas enfrentan momentos clave: Marruecos aspira a conquistar uno de los dos asientos reservados a países africanos en el Consejo de Seguridad de la ONU en las elecciones que se llevarán a cabo en octubre de 2011. Su presencia en esa entidad internacional prolongaría el sufrimiento del pueblo saharaui al desequilibrar la gestión del conflicto, además de que supondría, una vez más, la indolencia de los gobiernos del mundo ante una fuerza de ocupación que viola cotidianamente los derechos humanos. Es en esa coyuntura que el reino de Marruecos designa al saharaui de origen y marroquí por convicción Abderramán Leibek como su representante en México, país tradicionalmente estratégico para las negociaciones diplomáticas.
La Asociación Mexicana de Amistad con la República Saharaui confía en que el gobierno mexicano, en este y en todos los casos de opresión de un pueblo, mantenga el apego a los principios normativos que han de regir su política exterior conforme al artículo 89, fracción X de la Constitución de nuestro país: la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos, y la lucha por la paz y la seguridad internacionales.
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