viernes, 11 de diciembre de 2015

Europa hace justicia con el Sáhara

OPINIÓN. OMAR SLAMA.
Han sido tres años de una batalla que ha llegado hoy a su fin. El dictamen del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, con sede en Luxemburgo, que anula los acuerdos agrícolas y pesqueros entre la Unión y el Reino de Marruecos, no deja lugar a dudas:
"Teniendo en cuenta que la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental no está reconocida ni por la UE ni por sus Estados miembro ni, de forma más general, por la ONU (...) el Consejo Europeo debía asegurarse que no se daba ningún indicio de explotación de recursos naturales sobre este territorio susceptible de hacerse contra sus habitantes, amenazando a sus derechos fundamentales".
Por tanto, dictamina que "la decisión 2012/497/UE entre la Unión Europea y el Reino de Marruecos relativa a la liberalización de los productos agrícolas y pesqueros queda anulada en lo que afecta al Sáhara Occidental".
Esta decisión es, sin duda, un logro excepcional de la diplomacia del Frente Polisario, que consigue un avance significativo en la batalla que lleva librando con Marruecos por los recursos naturales de la excolonia española. 

Aunque la sentencia está sujeta a dos meses de plazo para el posible recurso de las partes, no solo beneficia a la imagen de la Unión Europea tras su apuesta por el etiquetado de los productos palestinos procedentes de las zonas ocupadas por Israel, sino que beneficia de forma directa a los más de 450.000 puestos de trabajo en el sector en España que se veían amenazados por el acuerdo.
La noticia que llega desde la Europa de la legalidad internacional ha caído como lluvia de mayo en las filas saharauis. Se trata de una apuesta similar a la que lleva a cabo la administración de Obama, que excluye el Sáhara Occidental de los Acuerdos de libre comercio con la dinastía alauí, y resulta inmensa por su factor solidario y, especialmente, político, ya que favorece la posibilidad de encontrar una salida a un contencioso de cuatro décadas.
Además, aterriza en buen momento; después de la ruptura de las negociaciones directas entre las partes auspiciadas por las Naciones Unidas. Unas negociaciones en las que Marruecos se ha cerrado en banda negándose de forma explícita a cualquier solución y dejando así la zona en una inminente inestabilidad de la que el reino marroquí es el único responsable.

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