miércoles, 15 de octubre de 2014

El caso de Baby Gargar en la Justicia española

Lammad Malud, hermano del español Baby Hamday, fallecido en 2010, ayer en Madrid.

"La acusación del 'caso Baby' pedirá al juez Moreno más testificales e informes del CNI"

El ciudadano español Lammad Malud cerró ayer su larga espera de cuatro años tras declarar ante el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno. Lo hizo como querellante de la causa abierta por la muerte de su hermano, el también español Baby Hamday Buyema, ocurrida el 8 de noviembre de 2010 durante la represión de la policía marroquí a unas protestas en El Aaiún (Sáhara Occidental).

La comparecencia de Lammad duró 20 minutos. El testigo viajó desde su casa de París para la declaración en el Juzgado Central de Instrucción número dos. Respondió a siete preguntas del juez Moreno y del fiscal Pedro Martínez, todas concernientes a las circunstancias del fallecimiento de Baby -fue atropellado tres veces por un vehículo del grupo urbano de seguridad- y por sus motivaciones políticas.

«Mi hermano no tenía relación con el Frente Polisario (movimiento de liberación). No era activista político ni ese día formaba parte de las protestas en el campamento de Gdeim Izik. Solo iba a trabajar en el autobús de su empresa de fósforos y cuando se disponía a grabar los altercados le envistió un coche de policía. ¡Le mataron solo por ser saharaui!», declaró Lammad ayer a la salida de la Audiencia Nacional.

Tras esta primera testifical de la querella, admitida por el juez Moreno a finales de septiembre tras cuatro años de inmovilismo, que le costó una denuncia ante el Consejo General del Poder Judicial, las acusaciones personadas en el procedimiento tienen previsto solicitar una batería de diligencias de investigación.

Los querellantes, la familia de Baby y la Liga Española Pro derechos Humanos, reclamarán las citaciones de los saharauis que vieron los hechos y atendieron a la víctima y los informes que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) pudo trasladar al Ministerio de Exteriores sobre aquellas protestas, que dejaron varios muertos y decenas de heridos.

De la misma forma, quieren buscar a los policías que atropellaron a Baby, de 35 años y dos hijos, y pedir la citación del exministro del Interior marroquí, Taib Cherkaui, que se encontraba en El Aaiún cuando sucedieron las protestas. Cherkaui defendió entonces que la intervención policial fue «pacífica» y la muerte del ciudadano español, «accidental».

Fuente: http://www.lavozdigital.es/

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«Mi hermano fue asesinado por un Estado criminal y solo pido justicia»

  • Tras cuatro años de espera, Lammad declaró ayer en la Audiencia Nacional por la muerte del español Baby Hamday en el Sáhara Occidental



Vestido con el 'daraa', el traje típico saharaui, y un pequeño bolso lleno de papeles aterrizó ayer en Madrid procedente de París Lammad Malud Ali. Este ciudadano español nacido en El Aaiún en diciembre de 1962, cuando aún era la provincia 53 de España, declarará hoy como testigo en la Audiencia Nacional.

Lo hará como querellante en la causa abierta por la muerte de su hermano, el también español Baby Hamday Buyema, de 35 años y padre de dos hijos, quien fue atropellado por la policía marroquí durante la represión de las protestas que tuvieron lugar en un campamento de refugiados a las afueras de la capital del Sáhara Occidental, el 8 de noviembre de 2010.

Para Lammad, trabajador de una fábrica de coches en París, a donde tuvo que trasladarse cuando la crisis le mandó al paro en su Alicante adoptiva, la posibilidad de sentarse delante del juez Ismael Moreno y relatarle los hechos que rodearon esta tragedia familiar «es una liberación».

Y es que para llegar hasta este momento han pasado casi cuatro años. Un periodo en el que el titular del Juzgado Central de Instrucción número dos ha mantenido en el cajón las dos querellas presentadas solo seis días después de la muerte de Baby, cuyas imágenes con la cara ennegrecida y el cuerpo reventado dieron la vuelta al mundo aquella fatídica mañana en la que iba a trabajar a su empresa de fosfatos, como cualquier otro día.

Las denuncias fueron presentadas por su familia, como acusación particular, y por la Liga Española Pro Derechos Humanos, que ejerce la acusación popular. La Fiscalía apoyaba entonces la admisión, pero el juez Moreno no. Pese a ser competente, prefirió preguntar a Marruecos si estaba investigando los hechos para evitar duplicidades procesales. En realidad una quimera que solo dilató la apertura de la causa. Así hasta hace dos semanas.

Una denuncia de los querellantes ante el Consejo General del Poder Judicial precipitó los acontecimientos. Acusaban al instructor de dejación de funciones e incumplimiento de las resoluciones de la instancia superior, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, que acaba de avalar el principio de territorialidad de la jurisdicción española en el Sáhara Occidental.

En tres días, Moreno admitió las querellas por los delitos de lesa humanidad, genocidio, asesinato, lesiones, torturas y secuestro. Pero de momento no ha imputado a nadie. La primera diligencia fue citar a Lammad para hoy.

«La hora de la Justicia»

«Le diré al juez por qué no investigó antes. Por qué dejo languidecer este asesinato de un Estado criminal como Marruecos. En este tiempo se han destruido pruebas, los responsables políticos y policiales han cambiado de sillón. Pero aún estamos a tiempo. Es la hora de la justicia», aseguró el testigo mientras se agarraba con fuerza a los brazos de la silla.

Cuando recuerda a su hermano de madre, los escabrosos detalles de cómo perdió la vida, Lammad se emociona. «Iba a trabajar y vio las protestas. Se le ocurrió grabar con el móvil. Un vehículo del cuerpo especial de la policía le identificó y fue directo a por él. Primero lo envistió. Luego dio marcha atrás y le pasó por encima. Y, para rematar, le volvió a pisar cuando yacía en el suelo».

Cuenta que cinco testigos lo vieron todo y trataron de socorrerlo. Así lo atestigua una grabación casera. Pero ya estaba muerto. Estas mismas personas podrían ser las siguientes en pasar a declarar por la Audiencia Nacional. Pero tienen miedo a represalias de las autoridades marroquíes si salen del Sáhara Occidental y hablan. «Para los marroquíes es un caso cerrado, pero yo todavía no he podido enterrar a mi hermano, no sé dónde lo llevaron, solo quiero justicia», clama Lammad.

En El Aaiún casi todos se conocen. Y el testigo cree que no sería complicado identificar a los agentes que atropellaron a Baby. Tan solo para limpiar su buen nombre.

Fuente: http://www.larioja.com/

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