martes, 1 de noviembre de 2011

¿QUIÉN ES, DÓNDE ESTÁ, AL QAEDA?

          Se cumple una semana del secuestro de nuestras compañeras Ainhoa Fernández Rincón y Rossella Urru y nuestro compañero  Enric Gonyalons. Desde CEAS-Sáhara volvemos a dirigirnos a la  opinión pública y ciudadana para alzar nuestra voz, otra vez  más, contra la brutal violencia que los ha apartado de su generoso trabajo, y a favor de su exigible seguridad personal  y de una pronta y feliz resolución para su cautiverio. Su único delito ha sido apostar por la solidaridad y la entrega desprendida en un mundo crecientemente insolidario y mercantilizado. Que sus captores, y quienes les avalan y apoyan, perciban nuestra más firme denuncia y repulsa ante sus bárbaras acciones y su torcido entendimiento de la acción  política.

Estamos contra Al Qaeda como estamos contra todos los idearios totalitarios, carismáticos, excluyentes, y simplificadores. Aquellos que pretenden que el mundo, su mundo, se ajuste a una voluntad predeterminada; haciendo valer su creencia por encima de la vida o de los intereses del conjunto de la sociedad a la que dicen liberar. Y esas actitudes no son solo patrimonio en          nuestros días del integrismo islámico, mal que nos pese.

¿Cómo calificaríamos la actuación de las autoridades marroquíes en el aeropuerto de El Aaiún impidiendo por la fuerza la entrada  en el Sáhara Occidental del europarlamentario español Willy          Meyer? ¿Puede adoptar impunemente este tipo de actitudes un  gobierno que tiene relaciones preferenciales con la misma institución (la Unión Europea) a la que el agredido  representa? ¿Cuáles son las irresponsabilidades o los delitos  que hay que ocultar de este modo? ¿O es un problema de seguridad? Pareciera que la seguridad marroquí considerase al susodicho diputado un peligroso terrorista, o más bien que el  terrorismo, en este caso de Estado, fuese la decisión del gobierno marroquí, acostumbrado a la impunidad y al silencio  de una Unión Europea que una vez más no dirá nada. También estamos y estaremos en contra de esta violencia ilegítima y arbitraria, venga de quien venga, y con la que se quiere silenciar toda posibilidad de informe, testimonio o denuncia  de los abusos acometidos en el territorio.

El terrorismo no conoce fronteras, nadie queda libre de sus miserables actuaciones. La seguridad en los campamentos saharauis es mejorable, como en Nueva York, Londres, Madrid, Marrakech,          Oslo o cualquier otro punto de un mundo manifiestamente inerme  y cada vez más acostumbrado ante la violencia a pequeña  escala.

Nuestra defensa  contra estas actitudes no pretende fomentar irresponsablemente   la sospecha y el miedo contra todos y todas, ni en contestar a  la violencia desmedida con idéntica violencia (todos los  Guantánamos por inaugurar y sus horrores no servirán para  acabar con la sinrazón terrorista); por el contrario, apostamos por reforzar la confianza en la capacidad de las sociedades para regirse y dotarse de formas de organización y comportamiento asumidas colectivamente y aumentar la cohesión   de las comunidades en torno a objetivos comunes. Creemos, del mismo modo, en una política valiente y vigilante a favor de la  legalidad internacional y la paz desde el respeto, la coexistencia y la convivencia.

Desde  ese convencimiento queremos volver a  recordar, a quien corresponda, que la estabilidad del Magreb y del Sáhara pasa, entre otras cosas, por una solución al  aplazado contencioso del Sáhara Occidental de acuerdo con las  recomendaciones y los caminos propuestos por el derecho          internacional y respetando en todo caso la libre decisión del  pueblo saharaui sobre su futuro.

Sin la urgente  búsqueda de soluciones, con el compromiso responsable de  todos, no habrá una salida razonable para los problemas que  aquejan al mundo.

CEAS-Sáhara
Coordinadora  Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara

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