20 de mayo. Fecha para reflexionar. Un pueblo sigue dividido, familias separadas y lo que es peor, generaciones de misma familia desconocidas entre sí. Y ese es mi caso.
Es un día importante por varios motivos, de alegría y de tristeza también, día en el que me traslado de nuevo a los campamentos para recordar las veces que preparábamos y ensayábamos (una y mil veces) los actos que se celebrarán hoy en varios puntos de las “Wilayas”. Eran días de tensión.
los niños entre exámenes finales y el cercano “vacaciones en paz” nos motivábamos, nos vestíamos con la tradicional “Dara” de distintos colores y multitud de banderas para conmemorar este día. Eran días de alegría como digo: un pueblo en un lugar desconocido, se permitía el lujo de gritar, de llamar la atención y reivindicar su existencia. Con mucho que celebrar, celebrábamos principalmente que desde 1973, tal día como hoy, el entonces Frente Polisario de los jóvenes revolucionarios iniciaba acciones para recuperar su territorio ocupado por la España colonial.
Celebrábamos el inicio de la lucha pacífica, y por supuesto dábamos voz a la resistencia de un pueblo que, a día de hoy, no pierde la esperanza que le mantiene en la lucha cuatro décadas después. Los niños, como bien dice el refrán “éramos los pequeños grandes embajadores” íbamos a la “madrasa” o colegio y allí ensayábamos el desfile que ese 20 de mayo iban a supervisar delegaciones internacionales acompañadas por altos cargos del Polisario. Se montaban las jaimas tradicionales, esas que son negras por fuera y por dentro llamaba la atención el colorido impactante de las distintas telas que la servían de cortinas, de la cantidad de material tradicional que las mujeres de cada Daira habían coleccionado a lo largo de meses. Era fascinante.
Fascinante era también, ver a las mujeres, y se las distinguía a kilómetros, cuentas de melhfas de distintos colores que a través de las cuales se apreciaba perfectamente el cansancio de un día lleno de emociones, siempre acompañando con su “grito” peculiar que daba la nota a los actos. Lo que no permitía que pasasen desapercibidas, todo lo contrario. Hacía que el acto fuese más emotivo aún.
Recuerdo con exactitud mi último 20 de mayo en los campamentos, se celebraba en mi wilaya Smara, todas las wilayas habían acudido al evento. Esa mañana no paraban de llegar camiones con niños de mi edad y sus respectivas madres, maestras,etc. Cada wilaya vestía de un color para podernos identificar, la mía íbamos con traje militar. No recuerdo la hora exacta del comienzo de aquel acto, pero lo que sí recuerdo, y bien, era ver las cubas de agua mojando el terreno por donde íbamos a desfilar; no eran alfombras rojas de película, no, era la alfombra de la ilusión.
Al igual que recuerdo oír el himno y ver tantas mujeres llorando, también niños, de la emoción; sensaciones que ni escribiendo estos recuerdos puedo olvidarme de aquel sentimiento que me sigue conmoviendo profundamente. Cantábamos la canción que habíamos ensayado, y desfilábamos como si fuéramos militares profesionales, haciendo pasos de los mismos, y de refilón recuerdo ver las lágrimas de mi madre que me llamaba para que la mirase, y tal era la concentración que ni de eso me percataba. Increíble, el único objetivo era darnos a conocer, demostrar a aquellas delegaciones internacionales que seguíamos vivos y que ni el tiempo era capaz de borrar un 20 de mayo.
Salvando las distancias y con envidia daría lo que fuese por estar hoy allí, no desfilaría, no. Simplemente me dedicaría a contemplar todo lo que cuento desde otra perspectiva.
Benda Lehbib Lebsir.
Imagen: Victor Jimenez.
Es un día importante por varios motivos, de alegría y de tristeza también, día en el que me traslado de nuevo a los campamentos para recordar las veces que preparábamos y ensayábamos (una y mil veces) los actos que se celebrarán hoy en varios puntos de las “Wilayas”. Eran días de tensión.
los niños entre exámenes finales y el cercano “vacaciones en paz” nos motivábamos, nos vestíamos con la tradicional “Dara” de distintos colores y multitud de banderas para conmemorar este día. Eran días de alegría como digo: un pueblo en un lugar desconocido, se permitía el lujo de gritar, de llamar la atención y reivindicar su existencia. Con mucho que celebrar, celebrábamos principalmente que desde 1973, tal día como hoy, el entonces Frente Polisario de los jóvenes revolucionarios iniciaba acciones para recuperar su territorio ocupado por la España colonial.
Celebrábamos el inicio de la lucha pacífica, y por supuesto dábamos voz a la resistencia de un pueblo que, a día de hoy, no pierde la esperanza que le mantiene en la lucha cuatro décadas después. Los niños, como bien dice el refrán “éramos los pequeños grandes embajadores” íbamos a la “madrasa” o colegio y allí ensayábamos el desfile que ese 20 de mayo iban a supervisar delegaciones internacionales acompañadas por altos cargos del Polisario. Se montaban las jaimas tradicionales, esas que son negras por fuera y por dentro llamaba la atención el colorido impactante de las distintas telas que la servían de cortinas, de la cantidad de material tradicional que las mujeres de cada Daira habían coleccionado a lo largo de meses. Era fascinante.
Fascinante era también, ver a las mujeres, y se las distinguía a kilómetros, cuentas de melhfas de distintos colores que a través de las cuales se apreciaba perfectamente el cansancio de un día lleno de emociones, siempre acompañando con su “grito” peculiar que daba la nota a los actos. Lo que no permitía que pasasen desapercibidas, todo lo contrario. Hacía que el acto fuese más emotivo aún.
Recuerdo con exactitud mi último 20 de mayo en los campamentos, se celebraba en mi wilaya Smara, todas las wilayas habían acudido al evento. Esa mañana no paraban de llegar camiones con niños de mi edad y sus respectivas madres, maestras,etc. Cada wilaya vestía de un color para podernos identificar, la mía íbamos con traje militar. No recuerdo la hora exacta del comienzo de aquel acto, pero lo que sí recuerdo, y bien, era ver las cubas de agua mojando el terreno por donde íbamos a desfilar; no eran alfombras rojas de película, no, era la alfombra de la ilusión.
Al igual que recuerdo oír el himno y ver tantas mujeres llorando, también niños, de la emoción; sensaciones que ni escribiendo estos recuerdos puedo olvidarme de aquel sentimiento que me sigue conmoviendo profundamente. Cantábamos la canción que habíamos ensayado, y desfilábamos como si fuéramos militares profesionales, haciendo pasos de los mismos, y de refilón recuerdo ver las lágrimas de mi madre que me llamaba para que la mirase, y tal era la concentración que ni de eso me percataba. Increíble, el único objetivo era darnos a conocer, demostrar a aquellas delegaciones internacionales que seguíamos vivos y que ni el tiempo era capaz de borrar un 20 de mayo.
Salvando las distancias y con envidia daría lo que fuese por estar hoy allí, no desfilaría, no. Simplemente me dedicaría a contemplar todo lo que cuento desde otra perspectiva.
Benda Lehbib Lebsir.
Imagen: Victor Jimenez.
0 التعليقات:
Publicar un comentario