El próximo 17 de septiembre Madrid será la sede de una Cumbre de Jefes de Gobiernode los Países Mediterráneos. El momento no puede ser mas oportuno teniendo en cuenta los últimos acontecimientos en Libia, Siria, Irak y Gaza. Sólo cabe confiar que la preparación de la Cumbre, y los trabajos y resultados de la misma, estén a la altura de las circunstancias históricas con las que se enfrenta la región. A día de hoy no parece que se pueda contar, al menos públicamente, con la agenda y documentación del evento.
Los enfrentamientos tribales en Libia, los conflictos bélicos económico-religiosos, por el control del territorio, en los países antes mencionados, junto a la reciente creación del califato de Abu Bakar Al Bagdadi (IE), cuyas fronteras irían desde la India a los Pirineos y las ramificaciones del integrismo yihadista en la región, serán a buen seguro el plato fuerte de la Cumbre.
Pero si se quisiera, no solo ir buscando soluciones para pacificar la región, sino también ir promoviendo su desarrollo e integración, tal y como se intentó en la fallida iniciativa de España “Proceso de Barcelona” o en la hasta hoy simbólica “Unión por el Mediterráneo”, promovida por Sarkozy, deberían sentarse las bases para la desactivación de conflictos políticos que duran casi cuatro lustros, como es el caso del Sahara Occidental.
El conflicto saharaui lamentablemente viene alimentando el tradicional desencuentro de Marruecos y Argelia, lo que impide la construcción de un estratégico y privilegiado espacio político y económico por su vecindad y lazos con los países de la Europa mediterránea y por su potencial demográfico y de crecimiento económico.
Unos cientos de kilómetros mas al sur, en el colindante Sahel, las bandas de delincuencia organizada, a veces camufladas bajo franquicias yihadistas, operan en la inmensidad de territorios fuera de control por Estados de escasos y rudimentarios recursos, creando una amplísima franja que irradia inseguridad a la región.
Todas estas circunstancias crean el caldo de cultivo para la expansión de las versiones mas rigoristas del Islam que abren una brecha infranqueable para la educación de la población en los valores de la libertad, la democracia, la igualdad de hombres y mujeres y el respeto a los Derechos Humanos.
No se puede desaprovechar ninguna oportunidad, como la que representa esta Cumbre, para exigir a los gobiernos que en ella participan, la obligación de comprometerse activamente a ir desactivando los conflictos de la Región y aplicando de forma prioritaria políticas orientadas a elevar el nivel de vida de sus habitantes.
En ese sentido, creo que debería considerarse la participación en la Cumbre, aunque fuera con el estatuto de observador, de actores como el Frente Polisario, que queremos pensar que sigue atentamente la organización de la Cumbre, aunque sólo sea a través de su principal aliado, Argelia, y que está obligado a emitir algún tipo de declaración o comunicado fijando una posición política sobre el futuro de la región, que vaya mas allá de la tradicional reclamación del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas.
Lehdía Mohamed Dafa
Los enfrentamientos tribales en Libia, los conflictos bélicos económico-religiosos, por el control del territorio, en los países antes mencionados, junto a la reciente creación del califato de Abu Bakar Al Bagdadi (IE), cuyas fronteras irían desde la India a los Pirineos y las ramificaciones del integrismo yihadista en la región, serán a buen seguro el plato fuerte de la Cumbre.
Pero si se quisiera, no solo ir buscando soluciones para pacificar la región, sino también ir promoviendo su desarrollo e integración, tal y como se intentó en la fallida iniciativa de España “Proceso de Barcelona” o en la hasta hoy simbólica “Unión por el Mediterráneo”, promovida por Sarkozy, deberían sentarse las bases para la desactivación de conflictos políticos que duran casi cuatro lustros, como es el caso del Sahara Occidental.
El conflicto saharaui lamentablemente viene alimentando el tradicional desencuentro de Marruecos y Argelia, lo que impide la construcción de un estratégico y privilegiado espacio político y económico por su vecindad y lazos con los países de la Europa mediterránea y por su potencial demográfico y de crecimiento económico.
Unos cientos de kilómetros mas al sur, en el colindante Sahel, las bandas de delincuencia organizada, a veces camufladas bajo franquicias yihadistas, operan en la inmensidad de territorios fuera de control por Estados de escasos y rudimentarios recursos, creando una amplísima franja que irradia inseguridad a la región.
Todas estas circunstancias crean el caldo de cultivo para la expansión de las versiones mas rigoristas del Islam que abren una brecha infranqueable para la educación de la población en los valores de la libertad, la democracia, la igualdad de hombres y mujeres y el respeto a los Derechos Humanos.
No se puede desaprovechar ninguna oportunidad, como la que representa esta Cumbre, para exigir a los gobiernos que en ella participan, la obligación de comprometerse activamente a ir desactivando los conflictos de la Región y aplicando de forma prioritaria políticas orientadas a elevar el nivel de vida de sus habitantes.
En ese sentido, creo que debería considerarse la participación en la Cumbre, aunque fuera con el estatuto de observador, de actores como el Frente Polisario, que queremos pensar que sigue atentamente la organización de la Cumbre, aunque sólo sea a través de su principal aliado, Argelia, y que está obligado a emitir algún tipo de declaración o comunicado fijando una posición política sobre el futuro de la región, que vaya mas allá de la tradicional reclamación del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas.
Lehdía Mohamed Dafa
0 التعليقات:
Publicar un comentario