Por Mohamed Zrug
Mohamed VI no ahorra en disgustos. Quebraderos, que por así decir, él solo las guisa y solito las come. Porque, veamos, a qué jefe de estado – homologable al marroquí claro- se le ocurre programar, después de un largo periodo de auto encierro, una visita al extranjero justo, el día en que su gobierno, inaugura por todo lo alto, un Foro Mundial de lo de lo que sea y más, si este fuera, de los derechos humanos, sino es, por patológico sentido de desprecio a lo que ello encierra? Evento que el monarca Alauí, recordemos, venia suplicando y deseando, como agua de mayo; y para al que no había reparado en derroche; ni en “nivel de invitados”.
Nadie. Nadie al menos, que lo necesite tanto como él; cual inyección intravenosa; un balón de oxígeno a su mermado estado de salud política, por lo que le estaba cayendo, como consecuencia del callejón sin salida, en el que se había metido: a saber, abierta confrontación con el mundo, por el tema del Sahara Occidental y en especial, en lo relacionado a su dimensión de derechos humanos. Diagnóstico agravado, por el escándalo de cables interminables, que revelaron su sistemática política de complot y soborno, a altos funcionarios internacionales.
Hace unas semanas, precisamente en el 39 aniversario de su mayor violación a la legalidad internacional al ocupar militarmente el Sahara Occidental, había llevado la situación a un punto de no retorno, al declarar su particular trilogía de visión, para el futuro estado del tiempo: No al referéndum, No a la vigilancia internacional a los derechos humanos y No, a las Naciones Unidas.
Marruecos, en su deriva de cuanto peor mejor, había hecho que el territorio saharaui, ostente el record de la mayor y más masiva y sistemática violación a los derechos y libertades, por habitante: 200 mil desterrados y refugiados; decenas de presos políticos, algunos, sentenciados a cadenas perpetuas por tribunales militares; más de 500 desaparecidos; el mayor muro militar del mundo de 2720 km, rodeado de alambradas, arsenal de guerra de diferente calibre; cerca de 10 millones de minas y vigilado, por 135 mil soldados. La explotación de los recursos naturales de fosfatos, pesca y otros, le proporcionan al monarca marroquí, suculentas cifras que habitualmente le aseguran cómoda butaca, en el palco Forbes.
Convocar a un Foro, al que se hayan inscrito, más personalidades políticas y dignatarios, que ONG`s, con absolutamente, todos los gastos pagados, formaba parte de una cirugía estética impostergable, pero a la vez, de alto riesgo. La más grave y previsible, reside en el creciente crédito de la prensa, por la escandalosa cantidad de asociaciones marroquíes y saharauis, que han boicoteado brindar por la farsa y han decidido llevar el Foro a las mismas calles.
Es en este clima, que Mohamed VI, ni corto ni perezoso, había declarado visita a China y con la misma, suspensión de la visita a China. El segundo en discordia, de aquel discurso, “rebosante de genialidad de estadista” que había ideado para salir al paso de la presión internacional: a por los rusos y los chinos, en este hemisferio, ya nadie nos comprende, vino a decir. Hasta ahora, su diatriba, consistía en largarse de marruecos, cada vez que había un “huésped indeseable” al acecho. En especial, si es un perito de hacienda de las Naciones Unidas. De repente descubre, que su indeseable, podría no ser el que viene, sino estar allí, justo donde pretende aterrizar: primero, Rusia luego la Asamblea General y ahora, china.
Pero resulta, que la elección de la fecha de hacerse la foto, el mismo día de la inauguración del Foro, con otro de los grandes del ramo, se había concebido, para justamente dar esquinazo a los ilustres visitantes del Foro Mundial de Derechos Humanos. Algunos, hasta podrían haber sido inducidos a participar, tan solo movidos por una promesa de audiencia real. Algo tan cursi, pero tan dado en los honorables, que en Marrakech adquiere la categoría de una indeclinable experiencia religiosa. Sobre todo, porque el agraciado sabe cómo empieza el ritual pero jamás, como acaba.
Si el anfitrión asiático no resultó ser del agrado y el huésped, podría ser peor, como resolver el embrollo sin que se le note el desaire a su majestad?. La última genialidad, del que por expresa constitución, es persona inviolable, entiéndase, por encima del bien y el mal, incluido cualquier concepto de derechos humanos contemporáneo, ha sido cuanto menos, insólita. El rey, en boca de un inusual parte de su Casa Real, comunica a los aludidos y a sus súbditos, que su majestad, “padece de un síndrome gripal agudo”, sobra decir, que aconseja reposo absoluto y absolutista.
Cuando se levante de la cama, que se estima será sobre el día 30 aproximadamente, sabremos efectivamente, las reales y monárquicas motivaciones de la anulación de su viaje a China. Por lo pronto, lo que a todas luces parece ser una nueva diatriba, servirá para aplacar las ganas de cualquier indeseable encuentro con tanto honorable invitado- nótese, que es una gripe y aguda, no una indisposición ósea ni digestiva – y de paso, pedir estricta moderación de soflamas y permanente oración a la multitud, por una pronta recuperación del jefe del estado y comendador de los creyentes. Considerase, si gusta, como un poderoso aliciente; un depósito en fianza, para una próxima audiencia real, quien sabe.
Pero el Foro ya no será, lo que su rey, quiso que fuera. O sí, porque siempre quedará, la milenaria Plaza de Yamma el Fna. En sus zocos, espectáculos y cafés adyacentes, ilustres y plebeyos, se hayan invitados desde tiempos ancestrales, a intercambiar servicios en la mayor expresión de agonizante indignidad, sin que haya mediado jamás, la más vigorosa salud de derecho humano alguno. Una paradoja, exactamente comparable, a las insondables razones, que conllevaron a este rey, hoy enfermo, a acoger en Marrakech, un Foro teñido de vergüenza y de Derechos Humanos.
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